Luna nueva, sentidos, hombres solos
En noches de luna nueva, la luna brilla por su ausencia,
y los hombres lobos desocupados, caminan por los arrabales, disfrazados de hombres solo.
Los sentidos son solo cuatro y los dedos ocupan los ojos y los oídos corren los velos.
En noches de luna nueva, la luna brilla por su ausencia,
y el olfato manda para encontrar a las gatas en dos patas de las veredas
y el oído afinado permite seguirlas por las cornisas de la risa
que emiten en su vicio de reír al tacto afilado de los hombres lobos desocupados.
En noches de luna nueva, la luna brilla por su ausencia
y la luz de vacaciones hace desaparecer las sombras oscurecidas de la noche,
para que la risa de las gatas de los arrabales retumbe en los andurriales
y despiste a los habitantes caminantes cazadores de perfumes,
hambrientos de tacto que caminan mostrándose tal y como no son.
En noches de luna nueva, la luna brilla por su ausencia, y el disgusto precede al gusto
en la ansiosa recorrida por los olores de los arrabales que mezclan jaurias y gatas.
En cacería que el tacto desencadena para comerte con “jota” y degustar cada gota de tu dulce pelaje.
En noches de luna nueva, la luna brilla por su ausencia,
y yo salgo ciego a tu encuentro en busca de tu perfume
hasta que mis oídos te encuentren y mi tacto
desahogue en tu piel sus ganas de dejar de ser un hombre lobo
y tener en casa una gata mimosa que no me deje morir solo.
MDL
02’12